26 de abril de 2013

Por los Pueblos Negros de La Mancha




 Desde hace mucho tiempo queríamos conocer la ruta de los Pueblos Negros que los amigos de IMBA se habían encargado de señalizar. Las fotos y el track prometían una jornada tan exigente como bonita, así que cargados a reventar de comida e ilusión salimos una mañana de domingo a la conquista de tierras manchegas.

Previendo que nos tomaría todo el día recorrer los 52 kilómetros de la ruta, salimos muy tempranito desde pueblo de Tamajón, cruzando por una carretera donde pudimos apreciar algunas formaciones rocosas de la llamada “Ciudad Encantada” arriacence mientras Julio nos deleitaba haciendo de guía turístico.



Dejando el asfalto atrás, seguimos nuestro camino sumergiéndonos (nunca mejor dicho) por una pista tan repentinamente pronunciada, que cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde para poner el pie a tierra; así que con cuidadito e intentando que no se saliera el corazón por la boca, llegamos hasta el fondo del valle.





 Ya sin frío y con las piernas todavía temblorosas, seguimos rodando por un senderito precioso que iba y venía de un lado a otro del río. 

Rodeados de vegetación intentábamos conservar el equilibro por un camino de piedrecillas que a momentos se estrechaba, se metía debajo  del  agua, nos sorprendía con pequeños saltos y zonas llenas de barro… sólo le faltaron las zarzas para sentirnos en el edén.


Más adelante el camino se abría dejándonos vistas increíbles de la serranía con sus montañas nevadas al fondo. Poco a poco ganábamos ritmo hasta que de pronto llegamos a la madre de todas las cuestas: plato pequeño a tope, mordiendo el manillar y requeterreconcentrados en no perder el equilibrio.

 










 

Y cuando creímos que lo peor había terminado apareció la abuela de todas las cuestas, seguida de la bisabuela… y así sucesivamente hasta llegar en pocos metros al punto más alto de la ruta. Un magnífico lugar para recuperar energía metiéndole diente al bocata, mientras reposaban nuestro cuerpos serranos al sol del mediodía... ¡Qué maravilla!






Pero todavía nos quedaba mucha aventura por delante, así que antes de quedarnos fríos recogimos el campamento para seguir por una zona mucho más fluida de caminos en sube y baja. Las lajas negras típicas de la zona nos hacían estar atentos del terreno.





 Pasamos por varios pueblos recorriendo sus sinuosas calles, deteniéndonos en alguno a reponer agua o simplemente a recordar nuestra infancia.



Las horas avanzaban y cuando llegamos al pueblo de Majaelrallo la terracita de un bar nos guiñó un ojo y no pudimos hacerle el feo a una cerveza bien fresquita con su correspondiente tapita de lacón.
Estábamos a la mitad de la ruta y aunque el cuerpo aguantaba caña, todavía nos quedaban unos cuantos repechos importantes en el camino; así que con el mapa en la mano llegó el momento de replantear la ruta: Julio y María regresarían directamente por la carretera, mientras Javi, Josean, Toño y yo intentaríamos seguir el track original hasta el final.
Ya con las pilas recargadas y tras despedirnos de nuestros amigos con un fuerte abrazo y las siempre agradecidas palabras de aliento: “Si realmente estamos muy cerquita de los coches....”, seguimos nuestro camino por una pista ancha con poca pendiente. En menos de lo que imaginamos agarrábamos velocidad crucero, plato grande y flow a tope!

 Tardamos muy poco en llegar nuevamente a la carretera para retomar el camino en dirección a esas trepidantes cuestas que nos habían dejado los higadillos por la mañana, pero esta vez las haríamos cuesta abajo!!... ajuuuua!!!

Mientras el trío de mosqueteros salía disparado deslizando sus ruedas con alegría sobre piedras sueltas, esta doncella iba más cauta quemando pastillas de freno a tope, pero tan encantada de la vida que hasta se le olvidó bajar el sillín.
Luego siguió una parte de repecho puro y duro por una zona  con obstáculos. Javi venía sufriendo porque una de sus ruedas perdía aire, pero a él nada le hacía perder la sonrisa. A estas alturas ya parecíamos hobbits comiendo sin parar chuches, frutos secos y hasta metiéndole mordidas al bocata del compañero que pillábamos al vuelo (cosa que se nos da bastante bien).

Tamajón estaba ya muy muy cerca, ¡peeero no!... faltaba aún la última prueba del día. Un senderito que ya se anunciaba como “muy difícil”... ¡a darle!

Tras unos cuantos metros sin tener que meter el plato pequeño pensé “pero qué exagerados, si tampoco es tan dura”.  Ya en la curva 154673939  empecé a reflexionar en que quizás tuvieran razón. Las últimas rampas se pusieron un poco más empinadas y hubo que sacar ese “punch” de puro corazón para llegar al final de un tirón. 


Por fin arriba, recordé lo maravillosas que son estas rutas largas, todos los paisajes que uno puede disfrutar,  sentir cómo se mueve el sol y te acompaña allá en el horizonte… Con el lomo adolorido, los brazos y piernas arañados y comiéndome un trocito de pan medio duro que encontré en el fondo de la mochila, aquel momento me pareció idílico.


Como colofón final nos quedaba una bajada sin dificultades que nos permitió meter velocidad a tope. En un "pis plas" llegamos a la iglesia del pueblo y tras la foto de rigor, apuramos la recogida de las bicis para disfrutar de unos bien merecidos botellines de cerveza.


Decir que la aventura superó las expectativas es poco, para mi ha sido una de las rutas más bonitas que hecho en las cercanías de Madrid… Felicitar a IMBA por todos los esfuerzos de conservación y señalización de los caminos… y que nos dure muchos años!

6 comentarios:

  1. Como mola! Que envidia! Bonito reportaje z molan las fotos!!!

    ResponderEliminar
  2. Que buena crónica Gaby. Fue una ruta estupenda.

    ResponderEliminar
  3. Mery, nos dio un poco de rabia..despues de que nos separamos la parte de la ruta que seguimos tenia una pequeña subida y luego una pista que picaba para abajo muy rica, bonita y divertida. En nada llegamos al pueblo de Campillejo y yo os vi pasar enfrente de la pista de baloncesped que habia en el poblado justo cuando yo llegaba. Luego llego Javi detras de mi y os vimos que ibais subiendo la cuesta de asfalto. Era el punto donde hacia un ocho el track. Pero bueno...es lo que pasa por no conocer exactamente lo que seguia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que te dió rabia sí, que te repites... Los 7 km, osea 18, por carretera no estuvieron mal tampoco.

      Eliminar
  4. Buff, que pinta de rutón berbenero tiene... Me la pido para mi retonno

    ResponderEliminar