26 de septiembre de 2011

¿Subimos a la Silla del Rey?

Son las 6:50 de la madrugada de un domingo. Es de noche. Suena el despertador. Y me levanto como si fuera hacia el día más esperado de mi vida. ¡Qué ganas de coger la bici y subir a la Sierra!

Lo primero que hago es comprobar si hay Whatsup de Axel para proceder a despertarle a grito pelao si no hay nada. Lástima, no le puedo poner la trompeta de la legión vía teléfono, dice que está despierto. Y Julio?... Aún no ha salido de la cama... jejejeje.

Después de llenar camels, ponernos lentillas y bajar las bicis en el ascensor nos dirigimos a la estación de Nuevos Ministerios con muchas ganas y con algo de preocupación. La página de Renfe lleva dos días dando horarios confusos y no sabemos si tendremos tren. Los intentos de contactar con la compañías han sido inútiles y tan desesperante que hasta su aplicación online ha osado desconectarme por utilizar un lenguaje malsonante con ella - inaudito -.

El tren entra en la estación a las 8:06, minuto en el que Axel desciende por la escalera mecánica mientras Julio y yo llevamos un rato esperando preocupados en el anden. ¿Habéis oído hablar de la puntualidad teutona? Pues va a ser que existe.

Desde los ventanas de los vagones del tren empezamos a ver algo poco común: está lleno de bicis. Cuando nos subimos vemos algo aún menos habitual: sus conductoras son mujeres. Sí, es el Día de la Mujer en Mtb Cercedilla.

El viaje se nos hace muy ameno a Gaby y a mi charlando con un par de chicas que van a la marcha. Los chicos también se lo pasan bien, o eso creemos.

Empezamos la ruta en la Estación de Cercedilla. Decidimos subir el Puricelli e ir decidiendo sobre la marcha. En unos minutejos - unos 90 diría yo - nos plantamos en el Mirador de los Poetas.

Es el momento barrita, platanito, búsqueda de baño y retocado de cambios. A algunos les da tiempo hasta para fotografiarse con un marco incomparable:



Nos ponemos en marcha para coronar la Fuenfría. En ese corto trayecto siempre se escuchan frases que - según lo larga que se te haga la subida - algunos preferimos no oir: Qué no queda ná! Que ya ha pasado lo peor! Qué son solo dos kilómetros.
Mis lumbares llegan maltrechos a las cumbre pero llegan. Os ahorro la foto de los estiramientos que ya sabéis cómo me salen de bien.

Es el momento de decidir nuestro destino. Es el momento de sacar los mapas:



Y sí, guiados por Josean iniciamos el descenso hacia las zarzas... En la calzada romana suelto los frenos y empiezo a pegar gritos. Nacho me dice que no vaya campo a través que me meta en el sendero que está mejor. Pobre, mis gritos de loca le hacen ir aún más deprisa por el miedo.

Pasada Fuente la Reina vamos confiados pensando que viene una bajada eterna pero no. Josean da un brusco quiebro a la derecha y empieza a subir un camino empinado, arenoso, con raices, piedras... vamos de los que le gustan. En su favor diré que no era muy largo y que la recompensa era una bajada de esas de bajar el sillín.

El terreno es blando y está lleno de piñas. Gaby y yo no quedamos las últimas para disfrutarlo a nuestra manera. Y lo bajamos sin caernos!

Aquí empieza el tramo más divertido de la ruta. Y lo empezamos trepando:



Una rápida y serpenteante pista nos conduce a los senderitos que van pegados al Eresma, donde nos reciben las raices, los pedruscos, algunos caminantes y sobre todo: El agua fresquita!




Senderos y el olor del pan recién hecho nos llevan hasta Valsaín donde comemos sentados en mesas y bancos que se han dejado allí para las fiestas del pueblo.

Empiezan a correr las cervezas y las risas. Y hay que tomar la gran decisión del día: hacer la última subida del día hacia la Silla del Rey o tomarnos otras cervecitas en Segovia y volver a Madrid tranquilamente. Y por supuesto...

¡Subimos a la Silla del Rey!




Todas las fotos de la ruta aquí.

Y el track de la ruta aquí.

22 de septiembre de 2011

En busca de la charca verde….


publicado en nombre de Gabymex

Tras unas merecidas vacaciones regresamos denuevo a las andadas para aprovechar los últimos coletazos del verano en unasúper ruta con chapuzón incluido. 


Salimos el domingo tempranito y medioadormilados, pero con muchísimas ganas de volver a rodar con los amigos. Fueuna ocasión llena de reencuentros: Alex se reincorporaba después de unalarga  rehabilitación, Julio nos sorprendíacon su flamante amortiguador nuevo, Aranchabiker hizo gala de su buena formatras un maratónico Camino de Santiago,  ypor si fuera poco, se unió también nuestro amigo  Javi-“Chou”, que pasaba unos días por Madrid yno quiso perderse la aventura, aunque tuviera que ir sobre la “gordi” (miquerida rígida que tanto honor le hace a su nombre).


Comenzamos la ruta en la estación de Villalba conuna rasquilla que hizo pensar a más de uno en sacar el bañador de la mochilapara atárselo al cuello. Tras los ajustes técnicos de rigor, salimos 12 alegresbikers rumbo a lo desconocido.


Dado que la mayoría nos encontrábamos bastanteoxidados, decidimos que la ruta transcurriera en caminos con poca inclinación,lo cual nos permitió ir charlando salvo en las partes donde la arena nos sacóvarios sustos repentinos. El día empezó a clarear y con el sol subieronnuestros ánimos pensando en darnos un buen chapuzón.
Tras alguna paradita para cargar agua y darleuna mordidita a la fruta de turno, llegamos a la Pedriza, donde nos esperaba larampa más dura de toda la jornada. Aquí la mayoría notamos cómo los excesosvacacionales y la falta de entrenamiento nos habían pasado factura; pero nadaque no pudiera remediar grandes dosis de buen humor y excelente compañía. Ya seescuchaba con entusiasmo las ganas de retomar el “Diario de una atleta” yempezar a marcar retos para la próxima primavera… ¡¡¡A por ello!!!

Pronto llegamos a un chiringuito dondeaprovechamos para recargar bebidas y pillar algún bocata. Aquí nos despedimosde Fausto, Javi y Josean, que tuvieron que partir más temprano, ¡Hasta lapróxima...y que sea muy pronto!
Los que quedamos, ya con mucha hambre y calor,enfrentamos la última subida que nos separaba de nuestro particular oasis. Pocoa poco comenzamos a ver más y más paseantes en bañador, lo cual nos indicabaque el lugar estaba cerca. Cargamos las bicis por unas cuantas piedras, y ala!..¡A disfrutar! Algunos directamente se zambulleron en las pozas, mientras otrosde le dábamos gusto al diente… al final casi todos terminaron en traje desirena disfrutando como enanos del agua bien fresquita.

Tras una buena refrescada con su correspondiente secado a más puro estilo de iguana feliz, levantamos el campamento y a pedalear se ha dicho. Con tremenda modorra había que tener cuidado en las bajadas; pero enseguida nos pusimos las pilas con las cuestas que todavía nos quedaban por delante. Esos 20 kilómetros, que como siempre “son casi todo de bajada” terminaron por cerrar con broche de oro esta deliciosa aventura, en la que nos marcamos un total de 50 kilómetros para empezar a “soltar las piernas” de cara a un otoño que promete grandes aventuras!