20 de octubre de 2013

Pedales de occitania: sigue o comienza la aventura


Viene del anterior post: Pedales de Occitania: una aventura para contar a mi manera. (Hay continuas referencias a cosas que suceden mientras escribía el primer post, con lo que si se lee esta entrada sin haber leído la anterior, es posible que el lector esté un poco perdido...)





Ayer fue una ruta larga pero muy divertida. Tenía muchas subidas pero no tan técnicas como las de hoy y alguna bajada importante. Llegamos a comer a Bossòst unos bocatas muy ricos. El pueblo estaba en fiestas y allí estuvimos bailando. Luego seguimos ruta subiendo el Portillón. A cada kilómetro de la carretera encontramos señales que nos decían el desnivel máximo y el acumulado que nos ibamos a encontrar en el kilómetro siguiente. Cada vez eran más altos. Llegamos a ver y sufrir un 21%. Al kilómetro 4 nos metimos ya en el bosque y bajó el calor, pero no la pendiente. Eso sí, el paisaje era precioso. No me quiero olvidar de las canciones de Raphael que nos marcamos subiendo el Portillón. Mítico el Yo soy Aquel en plan Pimpinela a duo con Josean. El Tirol ha hecho de mi la reina del karaoke o me ha destrozado la vida, según se mire.

Al llegar a la cima a Josean y Julio se les ocurrió buscar una variante que había en el roadbook. No la encontramos e hicimos unos kilómetros más, pero, nuevamente, el paisaje merecía la pena.



 Bajamos a Luchon primero por carretera y luego por un sendero en medio del bosque impresionante. Tenía un montón de zetas, piedras, raices, verde, marrón, un otoño eterno allí dentro, escondido del sol.
Al final del sendero estaba ya Luchon. Un pueblo muy animado. Nos habían recomendado un restaurante para cenar en la oficina de Pedales. Nos acercamos pero daban una paella muy peculiar con varios kilos de mejillones amontonados en el centro.


(Y mientras, en el cementerio de Cirés...)
La señora abandona el cementerio después de regar todas las tumbas y se deja la puerta abierta aunque hay un cartel que dice que se deje cerrado. Ahora vendrá algún lugareño, me echará la bronca, le contaré que ha venido una señora mayor de pelo blanco y ropa color melocotón a regar, y me dirán que no hay ninguna vieja así en el pueblo, bueno sí, había una, pero murió el año pasado… ¿La abuela de la curva ha venido a regar?

Volviendo a la crónica, cenamos en un francés unos platos muy ricos. El mío se llamaba plato del pastor, y consistía en cuatro patatas con distintos quesos encima - joer lo que debe ser una puesta de sol desde este sitio -, un poco de jamón, algo de beicon, lechuga y manzana. Julio hizo la fiesta del queso con un primero de ensalada de queso y una tartiflete de segundo. Y Gaby y Josean compartieron una espectacular sopa de cebolla y un entrecot con salsa de queso con un pinta buenísima...


1 comentario:

  1. Ahh! Mery! Aunque han pasado sólo algunos meses del viaje, al leerte me haces recordar esos detalles que hacen que cada día de la travesía tenga su encanto. A mi me sigue sorprendiendo cómo en unos pocos kilómetros que separan las fronteras de los países pueden cambiar tantas cosas. Recuerdo aquella carretera después de comer, con los letreros marcando el desnivel y la alegría que nos dio llegar a Luchon a ese hotel tan chulo y esas cervecillas que supieron a gloria antes de una cena espectacular. ¿será el ambientillo? ¿será el queso?.. Oh La La , Bienvenue à la France!

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