14 de junio de 2012

RETORCIENDO RUTAS

La ley de la gravedad y su relatividad en el montainbike: podríamos escribir tesis enteras sobre el tema, aunque claramente hay dos corrientes principales de pensamiento: quienes creen que existen senderos de un solo sentido y los que se empeñan en luchar contra las leyes de la física.

Para arrojar luz al dilema, nos aventuramos siete bikers con la finalidad de llevar a cabo un ambicioso experimento en el cual probaríamos todo tipo de terrenos en cualquier sentido. El muestreo incluyó perfiles de lo más variopintos: rodador, descender, lesionado, trepador, un curioso, uno que venía sobrado y otro que ya venía cansado.
Comenzamos en la estación de Cercedilla partiendo rumbo al Calvario: una cuesta muy directa hasta el puerto de Navacerrada, que como bien indica su nombre, se las trae. No obstante, el terreno en los primeros kilómetros es totalmente llevadero, lo cual viene genial para ir calentando piernas antes de las famosas rampas llenas de pedrolos, donde es conveniente no perder el equilibrio para no acaba arrastrando la bici de subida.
Nuestro pequeño grupo se alarga. Hay quienes guardan energías “para todo lo que nos queda”, pero una vocecita en mi interior cree que no pueden haber caminos mucho peores que éste; así que tiro a golpe de riñón cuesta arriba para mantener el cuerpo calientito, que las primeras gotas ya están haciendo su aparición… esto me recuerda al Soplao!
Al llegar a las vías del tren, fin de nuestro primer calvario, Javi reflexionaba “¿Pero quién me manda a mi ser tan curioso?”, mientras Nacho proponía volver en Cercanías, ya que no veía muy claro eso de bajar con esos nubarrones encima en ropa de verano. Pero el test tenía que continuar, así que tras un rápido avituallamiento seguimos subiendo por la carretera hasta enlazar con el camino Smith. ¡Hay que ver que bien se sube por el asfalto!
 Antes de bajar nos ponemos las protecciones (qué maravilla sentir las rodillas tan calientitas) y allá vamos. ¡Qué pedazo de sendero! Costó un poco hacerse al terreno blandito lleno de piñas mojadas, pero una vez pillado el truco dejé que las ruedas fluyeran… y a la aventura! Seguimos bajando por un tramo de carretera y luego enlazamos con otro caminito súper chulo del lado segoviano.


Tras soltar un poco de adrenalina, aprovechamos para comer algo antes de remontar hacia Cercedilla. Ahí nos despedimos de Raúl, que ya venía agotado y prefería seguir bajando hasta Segovia. El resto del equipo se puso en acción subiendo unas cuantas “revueltas” por carretera, hasta llegar a un camino que nos llevaría directamente a la parte baja del Gallo… si querido público ¡EL GALLO DE SUBIDA!...




Menos mal que no me enteré de aquello (viva la ignorancia), hasta que comenzaron a aparecer los primeros pedrolos y Nacho preguntó “¿Alguien sabe cuál es este camino?” -Pues el Gallo, ¿qué no lo reconoces?- ¡Me cachis! “Bueno, pero no es muy largo”, pensé yo, que sólo lo había hecho de bajada.
Y así seguimos probando nuestra resistencia contra los diversos obstáculos que nos encontrábamos por el camino. El compadrito Antonio tiraba del grupo, mientras que Nacho y Javi se dejaban el alma en cada pedaleada… Ánimo equipo!
Afortunadamente estábamos tan concentrados en las trazadas, que apenas podíamos preocuparnos porque el corazón se nos fuera a salir del pecho. En los momentos que perdía el equilibrio y volteaba para atrás, me seducía enormemente la idea de dejarme llevar cuesta abajo con la adrenalítica furia del freerider, pero no nos quedaba más opción que librar el puerto para volver a Cercedilla.
La última parte fue un sube-baja constante, pero el final cada vez estaba más cerca. Una fuente nos avisaba que ésa sería la última cuesta y por fin llegamos al Puerto de la Fuenfría!!... Las endorfinas segregadas eran directamente proporcionales al esfuerzo realizado, además de sentir un mono incontrolable por echarnos cuesta abajo después de haber pasado tanto tiempo contemplando el Gallo.

En un segundo nos pusimos de nuevo las protes, sillín abajo y a disfrutar. Esta vez entramos por una variante que nos recomendó Raúl para librar un buen tramo de camino apenas ciclable. Las nubes por fin se abrían, animándonos a disfrutar a tope el descenso, y ¿porqué no? Hasta meter los pies al agua teniendo a un lado el puente, jaja!

Para finalizar brindamos por todo lo alto en el Helios por esa increíble subida por el Gallo, que en palabras de Nacho “será una experiencia irrepetible”. Raúl nos alcanzó para comer juntos tan ricamente, que hasta nos quedamos a ver el partido de fútbol.
Ahora queda a cada cual sacar sus propias conclusiones… en lo personal me encanta recordar una frase mítica “la aventura es la aventura”…


11 comentarios:

  1. "La adrenalítica furia del freerider", pedazo de frase, de crónica y de ruta. Un diez!

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    1. Ohh María!.. lo que hubieras disfrutado en ese par de bajadas, compensaban las cuestas con creces!

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    2. Ya te digo...pero bueno....repetiremos o haremos mas cositas en Julio....ilegales celucas!Ademas hay que prepararse para la nocturna de la primera semana de Julio.....:-P

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  2. lo de la envidia no era en respuesta a ti Axel, no se por que no aparecia el cuadro de envio de comentario, jeje!.

    pues eso, que envidia!!!!

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  3. Jooo.. yo también os extraño! entre los que están de viaje, enamorados, lesionados, con el curro hasta arriba, de estudios...cada vez os veo menos :( pero bueno, ya nos desquitaremos. Eso está clarísimo!.. Recordar la cita de septiembre!!... lo vamos a dar TODO!... Axel vente, vente!!

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  4. al final solo quedaran los mejores....esto esta pasando por las equipaciones..... :-P...es como la serie de los inmortales.....:D

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  5. Solo puedo decir una cosa: Me duelen las pestañas!!! jajajajajaja

    Gracias chicos por otro día irrepetible!!!

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