A un lugar de la Mancha, de cuyo nombre me acuerdo una vez al año, no ha mucho tiempo partieron unos cuantos hidalgos y unas tantas amazonas de los de casco en mollera, adargas técnicas, rocines de aluminio y ningún perro que les ladrase.
Es, pues, de saber que estos sobredichos hidalgos y amazonas, los ratos que estaban ociosos, que eran los más del año, se daban a escribir y leer correos electrónicos con tanta afición y gusto, que olvidaban casi de todo punto el ejercicio de los músculos de las piernas y aún la administración de sus haciendas. En efecto, rematado ya su juicio después de la lectura y el envio de más de 1000 correos infernales, vinieron a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que les pareció convenible y necesario, hacerse mountainbikers andantes, e irse por todo el mundo con sus cascos y sus monturas a buscar las aventuras… Y empezaron por la Mancha!
Y en las Lagunas de Ruidera comienza la primera andanza de nuestros hidalgos y amazonas. Tras llenar sus estómagos de pan y tortas y proveer a sus monturas de abundante agua, fueron al encuentro de algunos hidalgos y amazonas más, para adentrarse en las intrincadas y espesas zarzas y malezas que rodean las lagunas.
La ventura fue guiando sus pasos mejor de lo que acertaban a desear porque allí, en medio del camino, tras cruzar la primera laguna, emergió de una Berlingo blanca un gigante vestido de verde, con quien pensaron hacer batalla y con cuyos despojos empezar a enriquecerse ya que es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. Algunos hidalgos pensaron que aquel no era un gigante, sino un gañán, y por ello le pidieron su placa. El gigante negó la placa pero ofreció su DNI, y al grito de guerra de “nos aburres” los hidalgos y las amazonas dieron espuelas a sus monturas sin atender a las voces que el gigante daba…
El resto de la jornada fue una lucha con las monturas empeñadas en descabalgarlas para algunas amazonas, unas vistas fantásticas de esas inmensas masas de agua en medio del desierto manchego y algún que otro desafío más a la autoridad hasta llegar a la Cueva de Montesinos, tan mágica que en ella suenan hasta los móviles... Y los hidalgos y las amazonas se fueron a comer a Ruidera que es muy cansado esto de la mountainbikeria andante y da mucha hambre.
http://picasaweb.google.com/axel.schlaefer/20101106LagunasDeRuidera#
Y en la siguiente entrega se contará la Batalla de los Donuts en tierras de Pedro Muñoz (¿algún otro hidalgo o amazona se atreve?)
Simplemente genial Mery!!! Gracias por tan bonita croniquilla!
ResponderEliminarPues vaya con la Cervanta, ¿nos has pensado en dedicarte a esto de la novela?.
ResponderEliminarMe encanta el relato, con gigantes gañanes y mucha comida!!!... estoy ansiosa de leer la batalla de los donuts!
ResponderEliminargaby
Yo no escribo, sólo hago como Ana Rosa Quintana cuando la pillaron copiando: "estoy contextualizando el Quijote".
ResponderEliminarTengo que seguir leyendo algo más para encontrar palabros apropiados a la Batalla de los Donuts, aunque también he pensado cambiar de registro y darle un giro Star Wars...
Maria que te veo, a ver en quien estas pensando para Darth Vader, el devorador de donuts, te recuerdo que pinchaste y alguien te ayudo a cambiar la cubierta aun a riesgo de quedarse sin donuts-
ResponderEliminarTe recuerdo, Proco, que Darth Vader empezó siendo bueno...
ResponderEliminarEs que yo solo he visto la primera Guerra de las Galaxias y en esa era el malo.
ResponderEliminartu, si acaso has visto la cuarta :)
ResponderEliminarMery, ahora entiendo porque descansan las obras completas de Cervantes en la mesita de al lado del sofá de psicologa grupal en tu keli...
ResponderEliminarPara cuando la segunda entrega¿?
Estoy tramando una maldad, Paula, que requerirá tiempo... Jejejeje
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